domingo, 25 de noviembre de 2012

Pensar es enfermar de futuro



Y pasa que el cuerpo nos avisa, nos dice en su lenguaje de manta austral el oleaje propio de las partículas que se desestabilizan. Un leve pulso entre el presente y el futuro, la frontera palpita y queda la piel y los músculos como testigos únicos del torbellino emocional.


Y somos tan ancianos en realidad que enseguida buscamos una causa a nuestro sentir, "nuestra enfermedad es la de querer explicar" decía Wittgenstein; son tan pocas las cosas que merecen ser atadas, tan impropio de los niños, de su juego...


Ahí estamos los adultos ciegos y temerosos, tan perdidos en el mar de amor, de la vida; que si sube la marea pedimos factura a la luna, si desaparece el sol obligamos al reloj a cambiar de día y somos incapaces de tumbarnos boca arriba en el océano y aspirar suave la fragilidad eterna del presente;


Porque el presente es eso, un abandono panza arriba en la matriz celular de la savia del mar, un niño asombrado por el lenguaje de los árboles.. siempre nos arremeterá el mismo oleaje, nos podrá el miedo, la desconfianza de maremotos anteriores.. tan simple y al vez tan complejo..


La inocencia es la que nos hace buscar primero el todo y luego las partes, primero el tejado y más tarde el hogar.. y pensar, pensar, pensar, interpretar.. y así existir.


Y nuestros ojos enferman de tanto pensar, porque pensar en enfermar de futuro...
es enfermar donde no hay nada.


Y siguen nuestros ojos en su odisea de querer juzgarlo todo... de querer ver pasar una río como algo estático, de ver pasar una paloma y reducirla dentro de una poesía.. ver una boca y querer hacerla suya.


Nuestros ojos cuya única misión es la de observar.


Agarran.


Y entonces enferman.


Y no se puede pensar una rosa.

Porque pensar es enfermar de futuro.
La rosa es roja huele hermoso, tiene pétalos suaves y su cuerpo esta protegido con espinas


Y pasa que el cuerpo nos avisa, nos dice en su lenguaje que somos más la intención que el mensaje, que somos más el susurro que la palabra... que somos más la trama que el desenlace.

y pasa que nuestro cuerpo nos avisa pero no le damos tiempo suficiente porque siempre hay que explicar dar cuenta ante el juez darle a todo un sitio una explicación.

y siempre nos pasará igual.

No se puede pensar una rosa sólo podemos olerla sentirla, tocarla y poco más

Porque pensarla es robarle su presente
Porque pensarla es enfermarla de futuro.




sábado, 24 de noviembre de 2012

Nos enseñaron a perseguir el éxito


















Nos enseñaron a tener éxito, a perseguirlo, a domarlo... Pero no nos enseñaron a compartirlo, a disfrutarlo.


Nos enseñaron a perseguir.


Y en esas andamos, fijos, inmutables, con la mirada atenta a que suceda todo aquello. Ajenos a lo que vibra cercano. Y así vivimos, persiguiendo al éxito... Como si su naturaleza fuera esquiva, como si el corazón de tal empresa, estuviese hecho del material impalpable del que están hechas las nubes.