miércoles, 10 de octubre de 2012

¡Ah! ¡Eres Músico!... ¿Y de qué trabajas?


Cuando comencé a estudiar pedagogía, nadie me dijo: Espero que tengas suerte, que seas un catedrático reconocido, que tengas un gran despacho y que viajes por todo el mundo con hálito de transformar lo conocido. Que encuentres logros y éxitos...

 Nadie dijo tal cosa. Cuando empecé a estudiar pedagogía, nadie me dijo nada.

Sin embargo, a medida que iba terminando la carrera y me empezaba a dedicar a la música  y en cierta medida al teatro, la gente si me decía... ¿te vas a dedicar a la música? Espero que tengas suerte y que seas famoso, que ganes muchos premios... ¡qué valiente! decían algunos... Vales mucho.. ¿porque no vas a la televisión? Seguro que ahí te ven y te cogen... bla bla bla...

Y en 2007, cuando decidí aparcar mis estudios de postgrado y comencé a vivir la realidad musical... encontré innumerables códigos, rémoras, actitudes frente a la vida que en la carrera de pedagogía y en la vida diaria jamás había visto.

De las primeras cosas que observé fue como el mundo artístico era estrecho, competitivo, incapaz de fluir por fluir, de darse a la entrega desinteresada. Observé con incredulidad que yacía cierta sombra junto con los artistas, que buscaban la excelencia y el reconocimiento y que se limitaban a encontrar un asidero donde sentirse cómodos y reconocidos.  A mi esto me pareció muy violento y no lograba entenderlo. Yo venía de la Pedagogía, mundo en el que como todos, es necesario el esfuerzo para lograr una meta (ser catedrático, o doctor, o director... tiene un camino más o menos claro), y además de esto, la Pedagogía es un discurso que en su aprender logra hacer entender lo importante que es la calma, la confianza, el ritmo y la originalidad en los procesos. Allá en la carrera, tenía un camino claro. Además, tenía sitio dentro de la universidad y sólo necesitaba una firma para continuar con mis estudios y encontrarme, al cabo de unos años, en el despacho de alguna universidad dentro de un departamento pedagógico.

Sin embargo, decidí inclinarme por la música. Y esta decisión fue claramente por vocación pedagógica. Sentía que tenía la cabeza muy bien amoldada, pero que necesitaba conocer, para completar mejor mis estudios, la realidad externa. Un Pedagogo es un ser y un sentir que actúan conjuntamente. Y tiene que ir donde su corazón vibra.


Entonces compaginé mi carrera musical con mi trabajo en varias fundaciones destinadas a la educación social.

El mundo laboral pedagógico no requiere reseña ni comentario en el tema a tratar este escrito. Es un mundo como cualquier otro, en el que si te esfuerzas y te haces notas y valer, puedes lograr ascender y tener mejor puesto al cabo de los años. Repito: hay un camino, unas normas, un reconocimiento, una sensación de avance, un horizonte.

Sin embargo, en la práctica artística no hay nada de eso. En la práctica artística sólo hay palos de ciego, intentonas locas que al final logran que los artistas estemos enfrentados.

¿Qué le pasa al mundo artístico? ¿Porqué es tan difícil lograr vivir de la música? Estas son algunas de las preguntas que últimamente me hago, y para las que me cuesta encontrar respuesta.

Siento que es porque la música no tiene una visión de futuro, porque quizás somos vistos como héroes en la oscuridad de la noche a los que un golpe de suerte les hace salir del anonimato para terminar siendo conocidos. La finalidad del músico... es ser conocido. Pocas veces se habla de un músico com alguien ducho en lo que hace, una auténtica eminencia en su campo. Obvio es que aquéllas personas como Tomatito, Michel Camilo o Paco de Lucía no entran dentro de la inquietud de mi escrito, pues  comparándolo con la pedagogía sería como hablar de Max Van Mannen o  Richard Rorty, es decir, gente que por capacidad y maestría se sitúan en un universo de virtuosismo alejado. ¡Bien por ellos! Han dedicado sus días o bien a la práctica del instrumento, al cultivo de su imaginación y genialidad o bien han leído, reflexionado y propuesto horizontes invisibles para casi todos y entre ellos han encontrado un reconocimiento.

Sin embargo, un pedagogo cualquiera puede trabajar y dedicarse en mayor o menor medida a su labor educativa. Puede entrar en un centro y trabajar de educador y ahí tener la seguridad de un sueldo, de un espacio donde practicar y mejorar. Pero un artista no tiene nada de eso. Un artista tiene que buscar un hueco, tiene que enfrentarse a la ausencia de logros, tiene que repensar su duende, practicar y practicar por un sueldo mínimo que gran parte de las veces no encuentra continuidad.

Y es ahí donde el artista se encuentra constantemente frente a una realidad que le puede. Todo son muros para él. Esfuerzos que desmotivan, logros que raras veces sedimentan.

Somos una sociedad que no sueña, que no quiere transformar. Los artistas son transformadores, generadores de versiones del tránsito que supone la vida. Personas que aportan a la vida aspectos fundamentales para un desarrollo sano. Sin embargo, los artistas que no queremos hacer obras de teatro de Zarzuela o grupos musicales que no quieren hablar de la novia que les dejó tenemos los días contados. Al menos en este país, al menos este lugar en el que decir que "soy músico" la gente te pregunta... genial!!! ¿y en qué trabajas?


Un sociedad sin artistas es una sociedad muerta. Es una sociedad ciega a los procesos distintivos de la vida, a la confianza en procesos de realidad distintos. Pero más allá de los recortes de un país que se desmorona, están los individuos, que a su vez han sido criados en leyes educativas ciegas y alejadas de la realidad. Somos ciudadanos "anómicos", (término empleado Durkheim para designar la falta de normas sociales para orientar a un individuo, y como ello lleva a los sujetos a estar en la vida como piedras).

Ser artista es ver la realidad con otras gafas, muy a menudo con cierto tinte visionario. Muchos de ellos han sido reconocidos tras su muerte y ya llegados a la vejez (y en este caso me refiero a artistas creadores, no intérpretes de grandes orquestas). Me refiero a que un artista como si  de un niño con fracaso escolar se tratase, ve la realidad y la impugna. No se la cree. Un artista no puede ser un minero en busca de riqueza, y es en lo que nos hemos convertido. Buscadores de riquezas, de reconocimiento por encima de nuestra arte, que es el que nos hace vibrar, sentir, comprender la vida desde otro punto de vista.

Pero no tenemos sitio... y nos pasamos gran parte de nuestro hacer artístico luchando contra salas (y ni si quiera ella saben todo el mal que están haciendo no confiando... cavan así su propia tumba), buscando maneras diferentes de promocionarnos, contactando con otros artistas,  buscando trabajos... y cada vez menos tiempo para escucharnos, para sentir lo que nos mueve. Cada vez más ira, más ceguera, más rencor, más miradas de reojo... y más ruido



¿Qué pasa para que un músico no pueda tener una carrera musical? ¿Porqué de tenerla tiene que ser entre éxitos de grandes giras? ¿o teniendo una canción del verano? ¿Porque él artista no puede tener un sueldo, una seguridad, un reconocimiento social? ¿Porque el artista o es tremendamente mísero o tremendamente rico? ¿Qué pasa para que no haya nada en la mitad?


Es triste para un músico abandonar lo que siente que quiere hacer. Y también es triste para una sociedad. Porque es una sociedad que anula lo infantil, lo inefable, que no cree en la transformación. Pero sería cínico pensar que es el estado quien nos anula, con sus recortes y leyes educativas. Somos todos, la sociedad no es sólo la suma de individuos. Además, la sociedad limita y posibilidad, y todos quienes habitamos dentro de ella, podemos reflexionar,  sentir y ver. Podemos pensar y actuar de manera distinta.

Me duele ver como compañeros maravillosos  de las artes no encuentran su sitio y van ocupando puestos de trabajo que matan su universo creativo. Me duele ver una sociedad donde al final tienes que ser un títere para que te vean. Me duele que el país en el que vivo hablar de algo que no sea el abandono de tu novia no tiene eco. Me duele luchar por un mundo distinto en un mundo ciego donde si no compito y vendo mis aleteos, nunca encontraré un apoyo.

Y así estamos los músicos, promocionándonos en facebook, twitter... vendiendo a ultranza nuestro arte. "TIENEN QUE ESCUCHARME". Al final de camino quedan los de siempre. La realidad vence a los diferentes. La realidad quiere escuchar lo de siempre y a los de siempre. Quiere que distintos autores le canten lo mismo con distintos tonos, a menudo canciones que hablan de carencias, obras de teatro que repiten lo que han visto, películas que son remakes de películas más antiguas.

¿Cuál es nuestra opción? no se ni cuántos amigos míos actores son camareros, o cuántas bailarines trabajan poniendo copas o haciendo anuncios.... No se... Y ya digo que no es que sea difícil, es que parece que es imposible. Quizás es el país, la gente que lo habita. Quizás sea un discurso cultural que siempre fue así en estas tierras.

Todo es complejo. Uno no sabe si es que es malo haciendo su labor o si es que la sociedad no quiere escuchar los mensajes que el artista distinto ofrece o si es que en realidad no se quieren artistas que narren aspectos que confronten. Incluso puede ser que no se quieran soñadores, también puede ser que no queramos personas distintas, que sobresalgan (Resquicios evidente de nuestra ley educativa LOGSE y tantas otras). Quizás no es nuestro lugar, quizás España sea el peor lugar del mundo para ser artista.

Y así parece; dicen muchos que han viajado.

Y entre todo eso estoy yo. Sintiéndome como un héroe en búsqueda ciega de su éxito, convencido hasta la médula que quiero hacer lo que siento, aunque también sienta lo pedagógico como aleteo... Pero ahora, cerca del final de un año que se desvanece, en una mano tengo la música y el teatro y en la otra habitan mis estudios de pedagogía.

Y se que si abandono la música, el soñador se vestirá de negro y dejará de existir. Y es importante justificar (aunque parezca estúpido hacerlo) que el soñador no es un loco que no quiere trabajar... todo lo contrario, es la esperanza de los hombres grises que habitan este mundo, los soñadores luchan por los demás, pues sus sueños en génesis son los sueños de una humanidad distinta... aunque a veces termine siendo un individuo apático y esquivo... pero entiéndanle... sólo ha recibido rechazo.


¿Cuál es el lugar posible de un artista? ¿La incomprensión? Ser un pobre trabajando de cualquier cosa porque no puede dedicarse aquello que estudió y para lo que se formó... Entendemos que el caso muchos músicos, es el caso de gente que ha estudiado 12 años de piano... "¡¡¡Señores!!!!" ¿doce años estudiando algo para ser cualquier otra cosa? Y no lo comparo con un médico o un maestro que ha estudiando y está trabajando de dependiente. No tiene nada que ver. Ahí entran motivaciones personales, situaciones culturales y familiares, de alguna manera y en  algún lugar pueden encontrar un sitio (quizás ahora la cosa, esta mucho más difícil).

¿Para qué cantan los poetas? ¿Para qué bailan los danzarines? ¿Para qué el arte?

Cada vez que un artista abandona su sueño, pesa más lo contundente.


Cada vez que un artista abandona su sueño, la vida es más monótona.













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